Este verano tuve la suerte de disfrutar de un puñado de horas de pesca a spinning por el mar cantábrico, tanto desde costa como desde embarcación. Me gustaría compartir con vosotros la experiencia, por si algún pescador de agua dulce como yo tiene la suerte de poder intentarlo.
Comienza el viaje
Despues de una situación personal complicada, decidí hacer un viaje en solitario, invirtiendo varios días por el norte haciendo turismo de todo tipo: Naturaleza, reencuentro con viejos amigos y por supuesto la pesca no podía faltar. Los dos primeros días los invertí en el Parque Natural de Somiedo, una auténtica pasada que recomiendo a cualquiera que visite Asturias. El tercer día teníamos planificada la primera jornada de pesca con unos amigos.
Es una verdadera gozada ir al norte y disfrutar de la amabilidad de sus gentes, lo cual sumado a la fortuna que me suele caracterizar desembocó en que me organizaron una jornada de pesca desde barco sin yo saberlo… Con la alegría en el cuerpo por la buena noticia para el día siguiente, decidí aprovechar las 2 últimas horas de luz del día para echar unos lances al atardecer en la ría de Avilés. No conocía el sitio y el bolo era más que probable pero el destino quiso que una lisa se encontrara con mi pequeño jerk ¿O quizás fue al revés? El caso es que pude disfrutar de una preciosa pelea con un equipo ligero y rematar la jornada con unos lances preciosos al atardecer…
Jornada en barco improvisada
Para un marinero de agua dulce como yo, el hecho de poder pescar en el mar Cantábrico me hacía una ilusión tremenda. A la vez me generaba respeto ya que no sabía qué tal me desenvolvería con las olas… Despues de un buen desayuno y la pastillita para el mareo arrancamos hacia la zona de Cabo Peñas, un auténtico paraíso de la naturaleza…
Llegamos al primer spot y gracias a los buenos consejos de Juanjo no llevábamos ni 5 minutos pescando y Hugo capturó un precioso dentón con un vinilo. Probablemente los animales más potentes que podemos capturar a spinning en el Cantábrico. Seguimos tocando la zona y empezamos a tener picadas al vinilo que no acabábamos de materializar ¿Qué peces serían? pensaba yo… Y al poco descubrimos que eran los preciosos pintos, una especie totalmente nueva para mi que me hizo mucha ilusión capturar.
Rematando el día
Seguimos tocando diferentes zonas en busca de algún otro dentón o alguna lubina pero eran los pintos los que seguían picando de vez en cuando, bien pegaditos al fondo y manteniendo la emoción de la jornada. Llegamos a una zona de rompiente preciosa en la cual esperábamos hacernos con alguna lubina pero con lo que dimos fue con un buen banco de caballas. Pudimos hacernos con unas cuantas y finalmente Hugo sacó otra lubina… ¡Cómo se nota quien está acostumbrado a pescar a spinning en el espumero!
Ya de vuelta al puerto el compañero Pablo logró hacerse con su primer pez del día, también muy meritorio. No es nada fácil para un pescador de surfcasting acostumbrado a pescar con los pies en la tierra aguantar los «brincos» del barco. Una vez acabada la jornada Juanjo nos confesó que la mar había estado bastante más complicada de lo que se preveía… Pero afortunadamente pudimos disfrutar de una excelente jornada sin contratiempo alguno.
Spinning en el Cantábrico. La bahía de Santander
Ya sólo me quedaba una pequeña espinita en el viaje… el pescar una lubina, la que es para mi la reina del spinning en el Cantábrico. Despues de despedirme de Asturias decidí cruzar a Cantabria para visitar a un puñado de viejos y buenos amigos que tengo por allí… Y llevábamos tiempo hablando de echar un rato juntos en el agua así que decidimos ir a la bahía de Santander, a una zona en la que saqué mis primeras lubinas allá por 2008. El objetivo principal era que mi buen amigo Chus sacara una lubina, aunque por supuesto yo también pensaba que tendría mis opciones…
Nos acompañó Pedro que probablemente era una de las primeras veces que pescaba con señuelos en su vida, pero que también estuvo a punto de librar el bolo. Por fin amanece, llegamos a la zona de pesca y cual fue mi sorpresa al ver que estaba literalmente llena de algas. No se podía pescar ni si quiera con paseante y yo ya veía venir el bolo… Decidí sacar unos vinilos para black bass y meter la punta del anzuelo en el propio vinilo, pues creía que era la única manera de intentar pescar en aquella maraña de algas y… Voilá! Al primer lance Chus se hizo con una lubina bien bonita para la zona en la que estábamos.
Lo intentamos hasta el final
Seguimos pescando por la zona y tuvimos un buen puñado de picadas que no pudimos materializar, ya que las lubinas o bien eran muy pequeñas o bien escupían el engaño antes de que pudiéramos clavar. Finalmente yo también pude hacerme con mi pequeña lubina que me hizo una tremenda ilusión. Se levantó el sol, bajó la marea y Chus tenía que trabajar así que dimos por concluida la jornada. Me fui con muy buen sabor de boca y muchas ganas de volver pronto a ver si sale alguna más grande. Fue un placer compartir estas jornadas por el norte rodeado de grandes personas y diferentes especies de peces… ¡Nos vemos pronto amigos!